lunes, 23 diciembre 2024
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Docentes y representantes en Morrocoy recurren a la autogestión para construir escuela

Luis F. Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- La comunidad de Morrocoy, al oeste de Barquisimeto, se encuentra decidida a rescatar la educación. Por tal motivo, con esfuerzo y trabajo duro han optado por la autogestión dentro de la Escuela Nacional Media Jornada José Guillermo Rivero.

Corría el año 2008, cuando el barrio decidió abrir un centro educativo al que los niños pudiesen asistir para formarse. En ese momento, optaron por hacer uso de la casa comunal y la capilla que recibe el mismo nombre de la comunidad, allí colocaron algunas secciones, mientras que el resto de la comunidad estudiantil veía clases dentro de tres ranchitos que construyeron en los alrededores.

Al llegar la situación a oídos del entonces presidente, Hugo Chávez, se aprobó un proyecto junto a Pdvsa Gas para construir un plantel en el que se pudiesen atender a estudiantes desde preescolar hasta tercer año de bachillerato. La construcción inició en 2013, por dos períodos escolares los alumnos y maestros se mudaron a otro sitio, donde volvieron a construir seis ranchos que fungían como aulas de clases.

Para noviembre de 2015 entregaron una primera parte, tres salones destinados para la educación inicial. Eso bajo la promesa de que en enero de 2016 regresarían para culminar lo que faltaba. Sin embargo, ocho meses de enero han pasado y continúan esperando.

Iris González, directora de la institución, decidió dividir con draibol dichas aulas. En las mañanas atendían tres secciones de preescolar, además de primero, segundo y tercer grado, mientras que cuarto, quinto y sexto asistían en la tarde.

«La obra quedó a medias. Sólo dejaron la estructura que además cuenta con un techo de madera, sin tejas que ya ha comenzado a deteriorarse», comenta la docente.

Al ver cómo cada una de sus solicitudes no recibían respuesta, decidió dar inicio a un plan de autogestión para poder culminar el plantel y así lograr que los niños reciban clases en mejores condiciones.

«Afortunadamente, he contado con el apoyo de nuestros representantes e incluso la UBCh. Acá nos hemos organizado con rifas y recolección de dinero para dar forma al proyecto«, declara a LA PRENSA.

La directora comenta que ya han logrado colocar las doce ventanas y las seis puertas de los salones de abajo. Sin embargo, aún falta mucho por lograr, como los baños, la electricidad y las escaleras que conducen al segundo nivel.

El área de arriba se está cayendo a pedazos, la falta de tejas ha hecho que el techo comience a desmoronarse dejando inoperativos los espacios que se tenían contemplados para los tres primeros años de bachillerato, además de la dirección, la sala de profesores y un laboratorio.

En total, son 233 niños en edades comprendidas entre los 3 y 13 años los que conforman la comunidad estudiantil. Afortunadamente, cuentan con la disposición de sus padres y maestros que se encuentran trabajando con las uñas para poder brindarles educación de calidad. Y es que en un principio, incluso debían ver clases con cojines en el piso, pero ahora dichosamente han logrado recibir donaciones de pupitres en mal estado, pero los han restaurado con ayuda de todos.

 

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