lunes, 23 diciembre 2024
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Hambre afecta notas de estudiantes

José D. Sequera | La Prensa.- La profesora Nelly de Barreto va religiosamen­te todos los días impartir sus clases de Arte y Cul­tura en el Colegio Juan XXIII, ubicado en Barrio Unión. Llega al aula de primer año para aplicar una evaluación. Pero se da cuenta que una de las estudiantes está un poco pálida y con la mirada perdida.

“¿Qué te pasa mi ni­ña?”, le pregunta al acer­cársele. La estudiante le responde que no pudo desayunar porque no ha­bía comida en su casa y que se sentía un poco mal. Afortunadamente un compañero se compa­deció y le regaló una are­pa. Así fue que la niña pudo empezar a realizar la evaluación.

Esta historia es el reflejo que viven diariamente profesores de primaria y secundaria, pues debido a la crisis económica mu­chos estudiantes están yendo a las aulas de cla­ses con el estómago, por lo que sus rendimiento académicos no están siendo tan buenos como los de antes.

“El rendimiento ha ba­jado casi un 30 por cien­to. Ahora tenemos que ser un poco más flexibles con los estudiantes por­que hay alumnos que si valen la pena”, explica la profesora Elita Yánez, profesora de biología en dos instituciones, una pública y otra privada.

Ella dice que el colegio diariamente recibe entre tres y cuatro quejas dia­rias de estudiantes que no han podido desayu­nar, pero en el liceo el pa­norama es más distinto.

“Doy clases en la institu­ción ‘Jesús El Maestro’ y allí no menos de seis alumnos me llegan con que no han podido co­mer‘, reporta Yánez con aflicción.

Willianny Polanco es colega de Yánez, asevera que ella siempre trata de buscar todas las alternati­vas posibles porque ella se pone en los zapatos de sus estudiantes.

“Todos sufrimos para comprar comida, por eso es que a veces tengo que servir de psicólogo para darle ánimos”, asegura. Expertos en el área sus­tentan lo que dicen estas profesoras. Luisa Perna­lete, coordinadora del proyecto de ciudadanía y paz de la Red Fe y Ale­gría recalca la contun­dente frase “Letra con hambre no entra”.

“Un niño que no tiene para comer como se le puede instruir”, enfatiza Pernalete, añadiendo que en Fe y Alegría se han tratado de hacer es­fuerzos para ayudar a los padres que tengan difi­cultad para alimentar a sus hijos.

“Tuvimos un caso en un preescolar ubicado en un sector con muchas ca­rencias en Ciudad Bolí­var y veíamos que los ni­ños no gritaban ni juga­ban. ¿Qué niño de cuatro años no juega?, se hizo el estudio y se determinó que los niños estaban desnutridos. Hicimos es­fuerzos y comenzamos a dar una papilla nutritiva. El cambio en el ánimo fue de 180 grados”, cuen­ta la también defensora de los derechos de los ni­ños.

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