lunes, 23 diciembre 2024
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Espacios donde se hacen colas están destruidos

José Miguel Najul | La Prensa-. Cuando cae la noche, los alrededores de los ne­gocios que venden pro­ductos de la cesta básica regulados pueden con­vertirse en antros. Horas después de que todo ter­mina, quienes pasan por estas zonas asisten al de­sastre y al acelerado dete­rioro de los espacios pú­blicos.

En la Plaza Coromoto a lado de la iglesia, ubicada en la avenida Libertador con Morán haypañales sucios tirados en la gra­ma. Más allá, los restos de una defecación. La luz eléctrica se extinguió lue­go de que se robaran los cables y bombillos de los postes; y lo mismo ocu­rrió con la mitad de los compresores de aire acondicionado de la igle­sia.

“En las noches, quienes vienen a comprar los pro­ductos se traen sábanas. Con ellas se tapan, algu­nas veces para dormir so­bre cartones, pero otras para hacer sus necesida­des al aire libre”, lamenta la señora Eumelia Arrie­che, vecina del sector.

La penumbra, el caos y la multitud son los ingre­dientes que propician es­te tipo de escenas. Las re­glas del submundo de bachaqueros carcomen no sólo el bolsillo de los
ciudadanos, sino tam­bién las áreas comunes de la ciudad.

Al ser consultados, mu­chos ciudadanos recono­cen el problema, pero evitan caer en la sobrege­neralización. Coromoto Escobar co­menta: “El problema es que el país está mal, no hay comida, y la gente sa­le a las calles para buscar el alimento que muchas veces no se consigue ni siquiera luego de hacer horas de cola”.

Sin embargo, las zonas privadas no son invulne­rables a este detrimento progresivo. Lo mismo ha ocurrido con el Central Madeirense de Valle Hondo, en donde dece­nas de personas se aglo­meran en las noches, permeando de orine y ci­garros e inseguridad el
ambiente del sector.

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