lunes, 23 diciembre 2024
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En el barrio Morrocoy los servicios llegan al paso de su nombre

Luis F. Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- «Morrocoy no sube palo ni cachicamo se afeita». Esa frase es utilizada por la señ;ora Coromoto Ramírez, para describir lo difícil que ha sido el acceso a los servicios públicos en el barrio Morrocoy, un populoso sector ubicado al oeste de Barquisimeto, donde la calidad de vida de sus habitantes es constantemente golpeada por la desidia y el abandono gubernamental.

No hay una fecha exacta que diga cuándo fue fundado. Los vecinos sólo guardan en sus memorias que sus abuelos vivieron en el lugar; sin embargo, desconocen el momento exacto en que arribaron las primeras familias. Sacando cuentas, estiman que han pasado más de 100 añ;os y en todo ese tiempo ha sido poco el cambio que se ha logrado visualizar.

Para todos, la mayor calamidad es la falta de agua por tuberías. Esta llega sólo los días domingos por un lapso de apenas cuatro horas, entre el apuro alcanzan a llenar cada uno de los envases que tienen en sus casas, pero en ocasiones el bombeo se ve interrumpido y quedan tan secos como el desierto.

A diario elevan las plegarias al cielo para que Dios les mande un poco de agua que los mantenga tranquilos por lo menos por siete días.

«No es seguro que los domingos vayamos a tener agua. Hay veces en las que se va la luz y se dan fallas en los motores, eso nos deja mirando lejos. Por ejemplo, desde hace cuatro semanas no ha llegado nada, menos mal el Gobierno nos mandó el Plan Cayapa y pudimos dar dos pipas por familia», comenta el señ;or Duno Raimundo, uno de los dirigentes vecinales.

Este despacho no fue suficiente para muchos, ya que la cantidad que ofrecen se consume en menos de una semana y se ven en la costosa necesidad de recurrir a la compra en camiones cisternas que venden una pipa por 1 dólar, llegando a pagar hasta 5 billetes verdes para poder llenar sus tanques.

Sobre las calles de tierra se ve pasar de un lado al otro a personas con tobos y pipas. Para ellos, el vital líquido es el recurso más preciado y lo cuidan como tal; sin embargo, la solidaridad está a la orden del día y si algún vecino necesita unos cuantos litros, no dudan en regalar.

Denuncian que el 70% del barrio ha pasado a ser una boca de lobo, pues la oscuridad se ha apoderado de las calles como consecuencia de la falta de luminarias.

«Hubo un señ;or que dijo ser de Corpoelec y se llevó todos los bombillos porque, supuestamen

 

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