lunes, 23 diciembre 2024
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Huertos y bancos de semillas: una solución sustentable en Morán

Habitantes de Morán, en Lara, junto a fundaciones y empresas privadas, trabajan por soluciones y mejor calidad de vida&

Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.- «Dale un pescado a un hombre y lo alimentarás por un día. Enseña a un hombre a pescar y lo alimentarás toda la vida», así reza un proverbio chino, que ha sido motivo de inspiración para la Fundación Don Diego, iniciativa de la empresa privada agropecuaria La Romana y agrícola Don Diego que tiene más de 80 años trabajando incansablemente para ayudar a las familias vulnerables del municipio Morán, en el estado Lara, a salir adelante y tener calidad de vida. Desde junio de 2021, en alianza con la Asociación Civil Acción Campesina estimulan la creación de más de 300 huertos familiares y bancos de semillas para lograr la producción de alimentos de manera orgánica en al menos 11 comunidades.

Morán es un municipio referencia para el centroccidente del país. Su capital, El Tocuyo, es considerada la «ciudad madre» de Venezuela, pero sus bondades se extienden más allá. Su riqueza está en su gente, trabajadora, servicial e ingeniosa, y en su tierra fértil que es un contraste entre zona montañosa y terrenos a orillas del río Tocuyo. Aunque su principal fuente económica es la agricultura, algunos caseríos rurales ubicados en la carretera transandina, como El Peñón, Cocorote, Las Adjuntas, de la parroquia Guarico, los Boro y Las Veritas de la parroquia Bolívar, habían abandonado el trabajo del campo en pandemia por las difíciles condiciones económicas del país.& ;

Una manera de ayudarlos a superarse era incentivándolos a volver a la siembra, porque no hay nada mejor que llevar a la mesa hortalizas, frutas y verduras frescas y sanas, sacadas directamente del patio de sus casas como consecuencia del trabajo con esmero y el amor a la tierra que los conecta con sus raíces campesinas. Así nació la idea de crear huertos familiares, espacios que van desde los seis hasta los 100 metros cuadrados donde pueden cultivar una variedad de rubros, aplicando técnicas de agricultura orgánica para cuidar los suelos, el ambiente y tener alimentos variados durante todo el año.& ;

Alirio y Nelly Colmenares, padre e hija, viven en una zona de difícil acceso del sector La Montañita, que queda a 10 minutos en vehículo rústico de Boro Santa Teresa. Llegar significa atravesar un estrecho camino de tierra, rodeado de pura vegetación típica del semiárido: yabos, cujíes, cardones, tunas y pencas son parte del paisaje. Al llegar a su vivienda, los colores de la naturaleza les tienden una emboscada a los visitantes. El verde se desparrama por doquier y la temperatura se vuelve más agradable. Ellos lograron convertir su pequeño huerto en un verdadero oasis. Plantas de cinco especies de yuca, batatas, café, menta y hasta un pequeño viñedo son el resultado del esfuerzo de esta familia, beneficiada con insumos y talleres impartidos a través de los especialistas de la Fundación Don Diego y Acción Campesina.

«Estas fundaciones nos enseñaron que aquí lo que se siembre se va a dar, porque son tierras ricas. Antes nadie se acordaba de este sector. Aprendimos técnicas para conservar los suelos, preparación de insumos agroecológicos y a cultivar sin necesidad de utilizar mucha agua, conocimientos muy valiosos para nuestro sustento diario», expresó Nelly Colmenares, agricultora, que después de recibir tanta motivación por parte de estas organizaciones quedó tentada a seguir estudiando y comenzó a cursar medicina veterinaria en la universidad del Estado, Martin Luther King.& ;

«Este tipo de proyectos busca valorar los potenciales que tiene una zona, porque son tierras fértiles, tienen condiciones climáticas apropiadas para sembrar gran diversidad de hortalizas, cereales, leguminosas, y la idea es que ellos vean las capacidades que tienen dentro de su familia y aprendan a organizarse en las comunidades», contó Crisbely Pérez, ingeniero agrónomo de Acción Campesina y voluntaria de la Fundación Don Diego, encargada de los huertos familiares.& ;

A diario va recorriendo los sectores que atienden, a veces hasta a pie, para poder ayudar. Sus instrucciones son claves para mantener las parcelas reverdecidas. «Para nosotros es una bendición poder servir, transmitir un poco de lo que sabemos y ayudar a esas familias que les hace falta orientación, porque tienen vocación agrícola, pero se han cerrado a realizar simplemente un monocultivo», comenta.& ;

Semillas para el sustento& ;

En un principio la capacitación para aprender a construir y a cultivar huertos familiares era un proyecto que tenía seis meses de duración, pero una manera de hacerlo sustentable en el tiempo e incentivar las buenas técnicas en agricultura en las zonas rurales de Morán era creando bancos de semillas que, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la seguridad alimentaria de una nación depende de la seguridad de las semillas de las comunidades agrícolas.

«Se pretende instalar un banco de semillas en cada comunidad atendida. Ya llevamos creados 7 en los últimos dos años y medio de trabajo constante. Esta estrategia se utiliza para que los pobladores de la zona alta de Morán aprendan a conservar las semillas y puedan intercambiarlas con otras comunidades aledañas. De esta manera, el suministro es permanente y los agricultores disminuyen costos de producción», explicó Crisbely Pérez.& ; & ; & ; & ;

Un banco de semilla funciona como los bancos comerciales, con la diferencia que las semillas son las monedas de cambio. Cuando un agricultor requiere una cantidad de semillas para su huerto se dirige a alguno de los siete bancos de semillas que hay en el caserío más cercano con el compromiso de devolver la misma cantidad una vez obtengan sus cosechas. Esto permite que los campesinos puedan sembrar todo el año y sacar de sus huertos su alimentación.& ;

 

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