lunes, 23 diciembre 2024
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Se quema, pero salva a su familia

Edy Pérez  | LA PRENSA.- Dormían. De repente, María de las Mercedes Peña Blanco (49) se des­pertó y le dijo a su mari­do que olía mucho a ga­solina, cuenta su hija mientras llora frente a la morgue del hospital An­tonio María Pineda.

Se levantó de la colcho­neta, que estaba en el suelo, tomó el tanque de la moto de su marido, abrió la puerta para sa­carlo, pero en ese mo­mento un cable de luz ca­yó al suelo, echó un chis­pazo y se prendió el fuego.

La mujer abrió la puer­ta. Pero las llamas le aga­rraron los brazos, las piernas, la cara y la cabe­za. Estaba prendida en candela al tiempo que to­da la sala y los cuartos se incendiaban.

Por milagro, el nieto de María de las Mercedes que dormía en la colcho­neta resultó ileso y su marido sufrió quemadu­ras leves en los brazos.

La dama quedó con vi­da. De inmediato la lleva­ron a la emergencia del hospital, pero la manda­ron a sentar en una silla y ahí le dijeron que espera­ra. “Mi mamá se quejaba, le dolía, pero la ignora­ban, no la atendieron”, repetía entre lágrimas la hija, Wilmar Peña.

El hijo de María decidió llevarla a una clínica. Le pusieron un calmante, pero al día siguiente se hinchó y tuvieron que lle­varla a la unidad de cau­matología del hospital.

Wilmar aprieta los pu­ños mientras las lágri­mas corren por su rostro porque asegura que los médicos se la pasaban mandando mensajes de texto mientras que su madre se contaminaba tendida en una camilla.

“Tenía el cuerpo venda­do, pero las vendas esta­ba mojadas y verdes”, na­rra la dama y recuerda que su madre le decía: “Hija las moscas no me dejan dormir”, era por­que volaban encima de ella.

María le dijo a Wilmar que si ella no sacaba el tanque se habrían muer­to los tres. Su esposo, el nieto y ella dentro de la casa que está en Cerro Gordo, al norte.

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